PASt exhibition

Suave inquietud

en Centro Cultural Gran Capitán




Gráficas de Aureliano Santa-Olalla Valero y Ana Frías
Below is the text that accompanies the physical exhibition. English speakers may jump to installation images by clicking here ︎︎︎

Imagínate una mañana cualquiera. La luz del amanecer se filtra por las rendijas de las persianas de tu dormitorio. Te levantas, te das una ducha tibia, te haces un café, sales a estirar las piernas en un parque cercano antes del trabajo… El suave fluir de la rutina nos reconforta. La calma sutil que emana de las cosas cuando funcionan como se espera de ellas es la constante que acompaña nuestra cotidianeidad. Es precisamente esa diligencia de las cosas, esa ausencia de fricción que facilita nuestra rutina lo que las mantiene ocultas a nuestra percepción. Pero, ¿qué ocurriría si cuando estás en la ducha los grifos no funcionan? ¿Qué sería de tu café matutino si la cafetera estuviera rota? ¿Qué pasaría si tus piernas de repente no te responden cuando intentas salir de casa? ¿Qué si han clausurado los parques debido a una emergencia sanitaria?

El continuum del “dejarse llevar”, de ese deslizarnos entre y con las cosas que nos rodean sin verlas se rompe cuando algo falla. Porque la “invisibilidad” de las cosas depende de su previsibilidad. Cuando su ausencia/impertinencia/obsolescencia nos importuna, estas se convierten en el foco de nuestra atención. Ese cambio de registro - cuando las cosas pasan de ser como símbolo en nuestro mundo a ser a través de sus propiedades fenomenológicas - hace que las sintamos como ajenas, extrañas. El precio de esta nueva mirada es una incipiente inquietud ante la precariedad de la rutina, ante la amenaza latente que atraviesa lo cotidiano como un escalofrío. Las trayectorias de Genesis Belanger y Yoriko Mizushiri se encuentran en ese momento de crisis funcional en que vislumbramos la vida secreta de las cosas.

Las hipnóticas animaciones de Yoriko Mizushiri representan el encadenamiento promiscuo de asociaciones sensitivas que conjuga atracción y repulsión, ansiedad y tranquilidad, con el fin de, en palabras de la artista, «sentir la alegría de una conciencia en constante evolución, de una sensación física y de un sentimiento fluctuante».

An ordinary life evita cualquier tipo de emergencia narrativa, abstrayéndose en la contemplación minuciosa de lo cotidiano - cada cosa hace las veces de madeleine de Proust, metamorfoseándose a través de ecos sensoriales en una espiral de pura percepción física de un presente absoluto. Las transiciones espontáneas de agua a luz a bolsa de la compra que ondula en la brisa se presentan como transcripciones de la memoria sentimental del tacto.

En Anxious body la artista incide en nuestra propia envoltura física. La piel tiene esa cualidad liminal de intersticio entre el adentro y el afuera del ser consciente. Cuando manipulamos objetos, estos están psicológicamente separados de nosotros por ese espacio intermedio que llamamos piel, y este desfase introduce una cierta alucinación en la mirada. El contacto aparece en la obra como un vector privilegiado para la composición o descomposición fluida de las cosas y los cuerpos. Es también la acción reveladora del tacto la que permite que nuestra mirada intuya la afilada dureza que se oculta tras aparente suavidad.

Los fotogénicos conjuntos escultóricos de Genesis Belanger están poblados de formas sinuosas en tonos pastel que reflejan el ideal doméstico norteamericano de mediados de siglo XX. El atractivo tratamiento que Genesis da a cachivaches rotos, tubos de pasta de dientes vacíos, manos y pies huérfanos, sobras… sugiere entes que, lejos de ser pasivos, están en constante pero precaria relación con el colectivo al servicio de un proyecto común.

De la misteriosa cortina que recorre el atrio emergen dos estilizadas manos exuberantemente adornadas. Las manos están suspendidas en el acto de rasgar la membrana de la realidad, de desvelar aquello que se oculta al otro lado; evocando así la mezcla de trepidación y anhelo que define nuestra actitud ante lo desconocido. Esta obra de Genesis Belanger, titulada Manifest Destiny, toma su nombre de la noción del mismo nombre que justificó y guio a los devotos pioneros hacia el inhóspito oeste norteamericano.

Desde la mesa de comedor en el centro de la sala, una obra titulada A Fortress of Order and Generosity, nos salen al encuentro productos comestibles. El banquete hace lo posible por aparecer apto para el consumo, si bien no puede ocultar su extravagancia, que a cada paso y mirada se hace inquietantemente palpable. Aquí un hermoso pero envenenado fármaco, allá un pie limpiamente seccionado y servido. Iluminando el conjunto, un candelabro de lenguas que hacen las veces de fuegos fatuos. La aguda inclusión de cosas torpes en el contexto sugerido contagia por analogía formal y cromática a los manjares a lo Julia Child y los convierte en los insospechados miembros mutilados de otros tantos cuerpos imposibles. Este insidioso contagio entre los cuerpos y las cosas, entre el horror y la seducción es, de manera inevitable, constitutivo de nuestro presente. Ver galería ︎︎︎


Yoriko Mizushiri es una directora de cine independiente. Se graduó en Arte y Diseño en la Universidad de Arte Joshibi. Su trilogía compuesta de: Futon (2012), Snow Hut (2013), y Veil (2014) le han ganado premios y nominaciones en la Berlinale, Annecy y Zagreb. Su cortometraje Anxious Body fue seleccionado en el Festival de Cannes en 2021 y recibió la Mención del Jurado en Annecy en 2022.

Genesis Belanger estudió en el Rhode Island School of Design y el School of the Art institute de Chicago. Completó su Máster en Hunter College en 2012. Ha expuesto en instituciones como el Cantor Art Center en Stanford, el Blanton Museum of Art en Austin, el Museo de las Artes y el Diseño en Nueva York, el MoMu en Amberes o el ARKEN en Ishøj. Genesis ha tenido también exposiciones en solitario en Consortium en Dijon, el Aldrich en Connecticut y el New Museum de Nueva York.